Hoy es el día en que se celebra la Libertad de Expresión en México desde 1951, cuando lo estableció el entonces presidente Miguel Alemán Valdéz.
60 años han pasado ya y la realidad indica que la intención se ha quedado en una simple fecha, porque la celebrada 'libertad de expresión' no alcanza a cuajar en el país por diversos y preocupantes motivos.
Basta recordar los más de 70 años de presidencialismo a manos del PRI para percatarse de que el Premio Nacional de Periodismo lo entregaba el presidente en turno a una camarilla de 'periodistas' que mancillaron el honor de su pluma al ponerla a las órdenes del Ejecutivo.
Esto es pecata minuta si repasamos la serie de atentados contra medios de información y periodistas que constamente son señalados por organizaciones internacionales y ante los que el gobierno mexicano no hace más que caer en un estribillo de promesas.
Preocupa que en México la libertad de expresión sea un tema que genera sosobra entre comunicadores y periodistas, dado que las amenazas y abusos por parte de organizaciones criminales o actores influyentes son latentes, sobre todo en el Norte del país.
Preocupa también que la sociedad pretenda ser silenciada a través del terror que los cárteles han intentado sembrar en el territorio nacional, o el mismo gobierno, en su incapacidad de poder garantizar uno de los derechos más básicos y fundamentales de cualquier ciudadano moderno.
Desapariciones, asesinatos, linchamientos y torturas inconcebibles en una sociedad civilizada son parte de este silenciamiento impuesto a fuerza de sangre y dolor por aquellos que buscan que la verdad no alcance a sus intereses.
Así pues, este día apunta a ser más de reflexión y análisis que de celebración. Al menos en México.
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